El misterio de The Residents, la banda de culto sin rostros ni nombres que se burló de los Beatles
‘Doctor Dark’, ópera sobre el suicidio asistido, es el nuevo álbum del hermético grupo que lleva 50 años defendiendo que el verdadero arte solo se puede dar desde el anonimato y del que durante décadas han surgido cientos de teorías que lo acercan a ‘Los Simpson’ y a los Beatles


La teoría de la oscuridad aboga porque el autor de una obra se mantenga en el anonimato, para evitar que el ego del individuo y la ansiedad de reconocimiento adulteren la pureza del hecho artístico. Se dice que la formuló un compositor bávaro de nombre N. Senada, cuya identidad, por supuesto, está en entredicho. Al misterioso N. Senada se le atribuye además la teoría de la organización fonética, principio para construir música yuxtaponiendo sonidos únicos, en lugar de melodías o armonías. Ambas rigen la filosofía de los vanguardistas The Residents, inquietante banda de artistas originaria, según los relatos oficiales, del sur de Estados Unidos (concretamente, de Shreveport, Luisiana) e instalada desde finales de los sesenta en California. Sus primeras actividades se remontan a esa época y el nombre de las personas involucradas se ha mantenido más o menos oculto en las ya casi seis décadas transcurridas.
La suma de álbumes de estudio del grupo, trabajos colaborativos, bandas sonoras de películas nunca realizadas o ficciones sonoras cruza holgadamente la sesentena. Acaban de añadir una nueva pieza al lote, Doctor Dark, disco de 16 cortes entre el thrash metal y la electrónica presentado como “ópera moderna”, cuya historia se inspira en el juicio por los presuntos mensajes subliminales en las canciones de Judas Priest (aquí renombrados The Greasy Weasels, las comadrejas grasientas). El proceso tuvo lugar después de que, en 1985, dos jóvenes de 18 y 20 años fanáticos del grupo heavy pactaran suicidarse y el primero muriera. Fue uno de los episodios más sonados de la fiebre estadounidense conocida como pánico satánico, que llevó a sectores conservadores a fiscalizar música y juegos de rol por miedo a que el diablo encontrase una puerta de entrada en el ocio adolescente.
El personaje del título, el doctor Anastasia Dark, se inspira en otra figura real: Jack Kevorkian, conocido en los medios sensacionalistas como Doctor Muerte, médico defensor de la eutanasia y el suicidio asistido encarcelado en Míchigan entre 1999 y 2007 por ayudar a morir a cerca de 130 enfermos terminales. The Residents, por su carácter impenetrable, no conceden entrevistas, aunque ICON ha hablado por correo electrónico con su portavoz Homer Flynn, de The Cryptic Corporation, organización responsable de las relaciones públicas de la banda. “Uno de [los miembros de] The Residents vio la película Dream Deceivers [1993] poco después de su estreno y describió las entrevistas con James Vance como un choque de trenes del que no podía apartar la vista”, explica Flynn. Dream Deceivers es el documental del caso Judas Priest, mientras que Vance fue el adolescente superviviente del doble suicidio, con el rostro terriblemente desfigurado por el arma de fuego con que intentó matarse. Falleció tres años después.
“Al grupo le pareció fascinante todo el incidente, así como el absurdo juicio, pero no supieron cómo contextualizarlo. No les bastaba con recrear los hechos, así que lo descartaron hasta que [la historia de] el doctor Kevorkian, junto al suicidio asistido de Hardy Fox, les proporcionó la inspiración que buscaban”, explica. Flynn se refiere a la única grieta públicamente aceptada dentro del enigma de The Residents, la de su antiguo miembro Hardy Fox, presidente de The Cryptic Corporation durante varias décadas, que, después de jubilarse, confesó que era el alter ego de uno de los músicos. Aquejado de un tumor cerebral, murió en 2018. “Supongo que se podría considerar que Doctor Dark es un homenaje a Hardy, pero fue tan decisivo a la hora de dar forma al grupo, así como a muchos de sus valores creativos, que nunca podría haber un homenaje definitivo. Su sensibilidad para combinar sonidos y su sentido único de los arreglos marcarán para siempre la obra de The Residents”, dice su colega.
El tercer Reich del rock & roll
Si bien el portavoz de The Residents no ofrece detalles sobre la identidad de los miembros del grupo, sí que cuenta que “en general, no son tipos alegres, lo que no significa que sean excesivamente serios o solemnes”. “Después de 50 años prefieren una actitud de relativa neutralidad, dejando que el tema de un proyecto estimule las emociones que luego amplifican con su trabajo. Siguen teniendo energía”, abunda Homer Flynn.
Desde su emergencia, han circulado rumores sobre quiénes eran las personas que se escondían bajo los ilustres cascos en forma de globos oculares, su famoso distintivo estético. Se especuló con que podía tratarse de un proyecto secreto de George Harrison, una gran broma para desandar por el lado oscuro el legado de su antiguo grupo. La portada de su debut, Meet The Residents (1974), se burlaba directamente de Meet The Beatles (1964), mientras que en otro álbum incluyeron un manifiesto llamado Por qué The Residents odian a The Beatles. También se señaló a otros iconoclastas, los integrantes de Talking Heads, como posibles cerebros del asunto. Quienes han colaborado, como Black Francis (Pixies), Les Claypool (Primus), Andy Partridge (XTC) o el mago Penn Jillette, se han asegurado de no soltar prenda o agigantar la leyenda. “Cené hace 20 años con un tío que decía ser mánager de The Residents y lo único que hizo toda la noche fue presumir de lo grande que tenía el pene”, afirmó Partridge en 2015.
El gran sumario de datos inicial sobre The Residents lo escribió el creador de Los Simpson (1989), Matt Groening, bajo el título The True Story Of The Residents, dentro de una guía difundida en 1979 por su club de fans. En ella se explicaba que The Residents obtuvo su nombre a raíz de enviar una maqueta anónima al ejecutivo de Warner que fichó a Captain Beefheart –ídolo para la banda, cuya música consideraban afín– y que este la devolviera a la misma dirección, con “los residentes” como destinatarios. La guía también difundió las primeras imágenes de la película inédita Vileness Fats, fantasía expresionista y surrealista que el grupo pasó años rodando y nunca terminó. De atmósfera enfermiza y pesadillesca, con decorados y vestuarios artesanales, solo 37 minutos de metraje han visto la luz.
En Never Known Questions: Five Decades Of The Residents (2015), del periodista británico Ian Shirley, tal vez el libro más completo sobre el grupo, amigos cercanos ofrecen otra mirada a sus peculiares personalidades en aquellos años fundacionales. El guitarrista Roland Sheehan, que intervino al principio en algunas canciones, les recordaba como gente creativa e impulsiva a la que podía darle por cualquier cosa: “Acompañé una vez a varios de ellos y a sus novias a un bosque. ¡Iban a rodar una peli porno! No era algo profesional, simplemente decidieron ‘qué demonios, vamos a grabar una porno”. Como Vileness Fats, el resultado nunca fue comercialmente distribuido.
Aunque lo más apasionante de esos orígenes fue la velocidad a la que The Residents creó toda una mitología a partir de conceptos. Su segundo álbum oficial, Not Available, cuarto en orden de publicación, se basaba en la no disponibilidad anunciada en el nombre: solo podría publicarse cuando los miembros olvidasen que lo habían grabado (lo hicieron en 1974 y salió en 1978). Antes lanzaron The Third Reich ‘n Roll (1976), versiones enrarecidas de éxitos de los cincuenta y sesenta, desde la premisa de que el rock & roll, igual que Hitler, había “lavado el cerebro de la juventud”. Mezclando la imaginería nazi o del Ku Klux Klan con la de figuras como Elvis, crearon una pieza audiovisual para promocionarlo, hoy considerada antecedente del formato videoclip, que en Estados Unidos se programó en sesiones de cine nocturnas junto a la película de David Lynch Cabeza borradora (1977).
El disco que terminó de ganar para The Residents la devoción de fieles de la contracultura y de la prensa musical alternativa fue el estremecedor Eskimo (1979), repleto de sonidos ambientales, chillidos o voces cavernarias. Tomando el mundo esquimal como referencia, el trabajo en su conjunto, con textos de información etnográfica incluidos en el librillo del disco, satirizaba la ignorancia estadounidense, el colonialismo y el capitalismo (sus letras acababan formando eslóganes publicitarios por proximidad fonética con el lenguaje inuit). La narrativa del grupo fue que su gurú, N. Senada, les llevó al estudio una botella térmica con aire del ártico y pidió que grabaran su aire, así como que compusieran dentro de una cámara frigorífica.
Arte puro, leyenda pura
Para Ian Shirley, autor de Never Known Questions, “el misterio de las identidades de The Residents es como un espejo, puedes mirar en él y ver tu reflejo o algo más”. Inspiradores de otros enmascarados como Daft Punk o los dibujos animados de Gorillaz, Shirley expresa en el libro su preocupación porque el debate en torno a las identidades eclipse el valor e interés de su obra, pero dice a ICON que cree esa oscuridad les ha permitido “ser la fuerza musical más creativa del mundo en muchos aspectos”. “Han hecho lo que han querido cuando han querido y han dejado un legado duradero”, sostiene.
The Residents, pese a todo el secretismo, lleva dando conciertos desde los ochenta, con las caras convenientes tapadas y un número variable de intérpretes. Entre sus filas pueden seguir miembros originales o puede haberse producido un relevo total. Su primer espectáculo mundial, The Mole Show, que pasó por España y se grabó íntegramente en La Edad de Oro, de TVE, se saldó en una ruina por la parafernalia de la puesta en escena o las precauciones exigidas al equipo: todo su equipo tenía que llevar bigotes, narices falsas y otros accesorios de incógnito para que nadie supiera quiénes eran The Residents. El grupo abandonó temporalmente los conciertos e intentó abrir un cine en San Francisco especializado en películas de ciencia ficción para tener otra fuente de ingresos. El proyecto se paralizó cuando la comunidad cristiana local, debido al aura de misterio, se movilizó creyendo que estaban abriendo una sala de porno gay.
De ritmo prolífico, el grupo ha innovado cada vez que un formato les ha dado la oportunidad. En 1995, usaron el CD-ROM para crear una aventura gráfica, mientras que el advenimiento de las redes sociales les permitió retorcer su idea con una aparente salida a la luz de su cantante, que llevó por un tiempo un videoblog de confesiones con una prótesis facial y el nombre ficticio de Randy Rose. Si los grupos en sus biografías se nutren de una adecuada combinación de leyendas y verdades, The Residents han conseguido prescindir del elemento terrenal: solo hay mito. Después de años realizando giras de álbumes nunca presentados en directo, este 2025 se preparan para poner en escena Eskimo. “Un programador de Londres llegó a proponer que se hiciera Eskimo Sobre Hielo, pero obviamente no se llevó a cabo”, cuenta Homer Flynn, que anuncia que el grupo ha encontrado la fórmula para representarlo de manera menos complicada. N. Senada no estará para dar instrucciones: el huidizo gurú murió en 1993. Flynn asegura que nunca lo conoció y que su última aparición pública fue seis años antes, por el funeral del guitarrista y violinista Snakefinger, otro amigo de la banda. “De inmediato, volvió a desaparecer. Personalmente, no estoy seguro de si el del funeral fue el verdadero N. Senada o alguien de The Residents haciéndose pasar por él”.